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Editorial 1049

 


Abundancia de paz

 

La naturaleza respira paz, belleza y armonía, pero cuando llega el hombre, todo se altera y su acción depredadora amenaza con destruir la tierra.


La paz y la armonía son un anhelo de todas las personas. La paz es el mayor regalo que Jesús nos dejó antes de su ascensión al cielo: “Mi paz os dejo, mi paz os doy…” Sin duda, sabía que la íbamos a necesitar en este mundo, en el que todos compiten. Compiten las plantas, compiten los animales y compite el hombre. La competencia es el leitmotiv de la vida. A través de la competencia los seres humanos se ven obligados a superarse, a evolucionar.


Vivimos en una sociedad caracterizada por la competencia y por la agresividad y pareciera que la mejor forma de sobrevivir en estas circunstancias consiste en ser agresivo y competitivo. Nada más erróneo. La competencia y la agresividad son conductas prehistóricas que obedecen a mecanismos de defensa.

 

El mundo ha evolucionado y estos comportamientos, en apariencia eficaces, son autodestructivos. 

El concepto de competencia, es bueno en principio; el problema radica en que, la competencia es en contra de los demás. En este tipo de competencia siempre existe el riesgo de perder, lo cual genera angustia y temor; mientras que, el concepto de superación es proactivo, la persona siempre tiene la posibilidad de ganar, porque el éxito depende de ella misma, lo único que tiene que hacer es: “Tratar de  hacer bien lo que puede hacer”

 

Los padres de todos los tiempos educan a sus hijos para la paz y para otros muchos valores importantes como la honestidad, la amistad, etc. Yo me pregunto: ¿Será que todos los padres del mundo están equivocados?

 

Para vivir en paz hay que perdonar a los demás, pero nadie puede perdonar a los demás si antes no se perdona a sí mismo.


Perdonarse a sí mismo supone reconocer que somos débiles e imperfectos, que cometemos muchos errores por temor, por ignorancia o por egoísmo y que, esto es normal; por tanto, necesitamos ser perdonados por nosotros mismos y por los demás. Por las mismas razones debemos ser tolerantes y comprensivos con los demás.

 

Si observas con atención el rostro de un niño feliz, verás que expresa paz. Su rostro dibuja constantemente una sonrisa natural que brota de lo profundo de sus ser. Se trata de un niño que disfruta intensamente la alegría de vivir, porque se siente amado y seguro. El estado de ánimo habitual del niño feliz es de paz y de alegría. La paz debería ser el estado habitual de los niños y también de los adultos. El hecho de que las cosas no sean así, indica que la vida está mal planificada. Si hay niños y adultos que son felices ¿Por qué razón no son felices todos los seres humanos?

 

Hay personas que viven habitualmente en paz; no porque todo les salga bien, sino por su actitud positiva. Existe algo dentro de estas personas que han construido a lo largo de de los años. Se llama fe, ilusión, esperanza, autoestima, paciencia, conformidad, agradecimiento por lo que son y por lo que tienen, alegría de vivir, etc. Esta estructura mental hace que su estado de ánimo habitual sea de paz y felicidad.

 

La paz es un estado de ánimo, es un hábito, una forma de ser y de sentir que nos acompaña a lo largo de la vida; así como son hábitos el saber o la ignorancia, la buena educación o la mala educación, la honestidad o la deshonestidad.

 

Como el ser humano es libre puede generar cambios positivos o negativos. Puede mejorar su estado de ánimo o empeorarlo, dependiendo de la visión que desarrolle de la vida y de la forma como reaccione ante las cosas.

 

La verdadera paz está blindada, porque no depende de factores externos circunstanciales, sino de una estructura mental que las personas tienen bajo control. Podrán ocurrir problemas y desgracias, porque éstas son también parte inevitable de la vida, pero siempre pasarán las tormentas y volverá a brillar el sol. Sin embargo, a veces las cosas se complican tanto que destruyen todo a su paso, como ocurre con los tsunamis, de modo que: "Nada es para siempre" En estos casos es necesario volver a empezar, consciente de que, hasta de las desgracias se pueden sacar beneficios en forma de experiencia, madurez y emprendimiento.

La paz es una conquista personal, como lo son la libertad, el éxito o la felicidad.

 

Cómo aprender la paz 

La paz, al igual que las demás conductas humanas es un hábito; pero nadie aprende lo que no produce beneficios; por lo cual, es necesario conocer los beneficios de la paz.

La mayoría de los seres humanos viven una guerra interna que hace difícil vivir en paz consigo mismo y con los demás.

La paz es fruto del desarrollo, del equilibrio emocional, del respeto, de la justicia, de la solidaridad, de la responsabilidad, etc.

No hay que confundir la paz con la pasividad. La paz es activa y no tiene tregua con la injusticia, con la mentira, con la irresponsabilidad y con cualquier otra conducta que se oponga al desarrollo y a la libertad del ser humano.

Como podemos observar, la paz está ligada a ciertos valores sin los cuales no puede existir. 
La paz no se puede enseñar como una teoría abstracta. La paz es una forma de vida. Es una señal de salud mental, de madurez, de inteligencia y de adaptación; además, es condición para entrar en estado Alfa y lograr el desarrollo, el éxito y la felicidad.

Finalmente, aléjate de las personas frustradas, inestables, inconformes y envidiosas, porque su mal espíritu es contagioso y atenta contra la paz. Lo cual no significa que debas retirarte de la vida ni de la sociedad, pues la sociedad es el medio en el cual debes desarrollarte, pero debes superarte de tal forma que puedas volar alto y ser inmune a las miserias de la sociedad.

El desarrollo, la paz y la felicidad son distintos aspectos de la misma realidad profunda de la persona. Cada una de estas realidades supone la existencia de las demás. De modo que, si quieres lograr la paz, debes desarrollarte, ser buena persona, ser feliz.  

 

 

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    Lic. David Angulo de Haro

 

 

 

 

 

 

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